Yo_Marino
Capítulo 1
1
Yo Robot. Yo Pacheco. Dirán que soy fan de Will Smith o mejor dicho de Isaac Asimov. Si. Nadie como él para hacernos vivir en un futuro impensable. Como el día que me escribió mi amigo, el “bato” culiche Héctor Mendoza, famoso escritor de novelas policiacas para pedirme un favor: que me encontrara con Mario Conde y su amigo el escritor cubano Leonardo Padura, que iban a estar próximamente en la Ciudad de México, por en el barrio de la Roma-Condesa. Me pedía que los paseara, que los entretuviera, que los llevara a un buen lugar, ¡como una especie de guía de turistas! Cómo ¿ Mario Conde¿ El investigador cubano¿ O el abogado Español¿ De qué me hablaba este “bato”¿ He aquí un futuro imprevisto.
Le escribí a su correo para más detalles. Efectivamente se trataba de ese Mario Conde que conocí en La Habana, hace como no sé, ¿30 años¿, cuando asistí a un encuentro de periodismo de investigación. Los detectives-investigadores y los periodistas-investigadores van de la mano. Por eso los matan tan seguido, o por lo menos los (nos) acosan todo el tiempo. Sin embargo, en ese evento Mario parecía no haber estado demasiado interesado en lo que trataba yo de investigar, y cuando intenté hablar con él al respecto, me había remitido con otro amigo de él, no investigador policiaco sino como yo, periodista. Pero luego cambió de idea.
Recordé, que aprovechando mi mexicanés, y después que me sentí "bateado", me había vuelto a acercar a Mario. Insistí en llamar su atención. Le pedí nuevamente que me enseñara los sitios claves de su investigación sobre Ernest Hemingway, que luego aprovechó Padura para escribir su famosa novela "Adiós Hemingway", en donde él, Mario, desentraña las causas de su muerte, ¿asesinato¿ Y lo primero que hizo fue mirarme de arriba a abajo, así como preguntándose de dónde sacaba yo nuevamente esa vulgar propuesta, pero segundos después estrechó mi mano y me dijo: Vamos!
Pienso que ya se había fijado en mi cuando durante mi intervención en el seminario, narré una investigación que hice durante el México de los 80´s sobre un caso de espionaje en México que inesperadamente desembocaba justamente en Cuba, y que mi jefe de redacción del periódico en el cual trabajaba en ese entonces calificó como de pura “ciencia ficción”, ¡fake news! como diría ahora Donald Trump, y que tantos años después, me proponía darle seguimiento ahí en La Habana. Buscar pistas. Huellas. Difícil difícil.
-Cómo dices que te llamas mexicano¿ -Marino, Esteban Marino-… No le quedó más remedio que presentarme de nuevo su amplia y blanca sonrisa, volteando a ver gestoso a los camaradas que nos seguían, amigos o conocidos de Mario. Divertidos por el contacto visual de Mario. Ese Mario Conde de Entonces tendría como 30 años...
Efectivamente, el primer lugar al que me llevó, “La Floridita”. Bar esquinado al que yo ya había visitado antes, no muy grande, la barra larga, la contra barra llena de botellas de ron Havana, en un barrio atractivo, turístico ahora, a donde dicen llegaba el gordo Hemingway a disfrutar de su daiquirí. Limón fresco, Havana blanco, hielo, azúcar blanca, agua mineral y…dicen aquí que él inventó este trago. Yo no lo creo, a lo mejor lo hizo famoso, por ejemplo, él hubiera podido pedir que le agregan un “dash” de amargo de angostura, igual que al “mojito”, y darle ese toque distintivo, eso si que me llamó la atención.
-Y bueno, dime cómo coño te dicen, Esteban¿ o Marino¿ Marino Esteban¿ Que nombre tan raro!, me espetó Mario sonriente, intrigado. Chocó mi vaso con el suyo. Para ese momento, después de un par de daiquirís, ya me abordaba con mayor interés, aparentemente sin defensas ni armadura.
Mario, le dije, al 007 le dicen James de cariño, las mujeres que se liga, su jefa en Londres, o Mr Bond, todos los demás, sus enemigos.
Mario, le dije, al 007 le dicen James de cariño, las mujeres que se liga, su jefa en Londres, o Mr Bond, todos los demás, sus enemigos.
-Vaya, así que te comparas con ese héroe de ficción! Está bien, te llamaré Esteban de cariño, o Marino, perdón, Sr Marino cuando hablemos en serio.
-Esta bien Mario. Dime, qué tanto vienes por acá a la “Floridita”, me da la impresión que para tomar un buen ron prefieres hacerlo con tus camaradas, tomarlo solo, no con limón, esos con los que convives todo el tiempo, y con la tía que tan rico cocina…
Pero Mario no se engancho y cambió de tema. Dime mexicano, Esteban, que te hace pensar que esa investigación que iniciaste hace años en la Ciudad de México, podrías darle el seguimiento como dices, aprovechando que estas aquí en La Habana a donde según tu, huyó o se refugió ese espía que venía, según tus investigaciones, del “norte”, -acentuó con los dedos las comillas-.
-Debo confesarte Mario, que vine a este seminario de investigación periodística porque entre los organizadores y ponentes están ni más ni menos que Leonardo, tu amigo entrañable y bueno, tú mismo, como invitado de honor, que han investigado y resuelto entre los dos tremendos casos de asesinatos, de fraudes, de tráfico de influencias y de drogas, en esta hermosa La Habana que se va pareciendo cada vez más a una clásica ciudad de Latinoamérica y además por lo embrollado de la transición, así la llamo, hacía un régimen post Castrista, o me equivoco hermano. Pero mi intención es justamente pedirles ayuda y consejo.
2
Ya iba tarde, suelo ser extremadamente puntual. Diez minutos es demasiado. Corría, pensaba. Caminaba rápido por la ovalada calle de Amsterdam, en la Condesa, siempre atiborrada de todo, perros, transeúntes, corredores, automóviles, más perros, más corredores, pero mi mente no estaba ahí. López Obrador se estaba reuniendo con la verdadera "mafia del poder", como si le fueran a hacer un examen, el club de los ricos ricos, dicen que asistirían como sesenta, se menciona que ese minúsculo grupo que da la cara por esa asociación o como se llame, representan mucho menos del 1% de la población, y se apropian de por al menos el 50% del ingreso nacional. Me perecía gracioso. Él que les zampó en varias ocasiones calificativos duros, como rapaces, depredadores, beneficiarios de contratos, de ganar licitaciones a modo, de conflictos de interés y de ser traficantes de influencias y ya no recuerdo que tanto más les ha venido diciendo pero ahora accede a reunirse con ellos. Y yo pensaba, qué les diría o qué les pediría de entrada si yo fuera el candidato. "Señores y señoras" empezaría, porque no sólo hay señores en ese grupo: "les voy a pedir que hagamos algo por la nación que vamos a gobernar, estamos inmersos en una crisis tremenda, no podemos seguir con esta desigualdad que ha llegado a límites insostenibles, que provoca violencia, asesinatos, ilegalidad, que alimenta al narcotráfico, les pido que me ayuden a terminar con la impunidad, con la corrupción, que apoyen con determinación no sólo un incremento sustancial de sus inversiones, sino que generemos empleos justos, bien pagados, que no expatríen sus capitales, que hagamos juntos una verdadera redistribución del ingreso, no hablo sólo del salario mínimo, sino una verdadera redistribución de los beneficios económicos entre el capital y el trabajo..."
Llegué sudoroso al restaurante Merotoro en la Condesa, no se me había ocurrido otro que tuviera un carta decente de alimentos, un chef baja californiano experto en ceviches, pescados y mariscos, con una muy decente carta de vinos y licores. La verdad no sabía a ciencia cierta de los apetitos gastronómicos de mis amigos cubanos, pero al menos conocía de lo que era capaz de zamparse Mario, por los escritos de Padura y porque lo viví cuando lo conocí en La Habana, el apetito glotonezco de Mario Conde. Por eso pensé en un restaurante marítimo.
Ya estaban ahí ese par de figurines. Los divisé desde la entrada, comentaban la carta, parecía que acababan de llegar porque no tenían todavía bebidas sobre la mesa. "Mario", qué bola, dije alargando mi mano desde un par de metros de su mesa, "gusto de volver a verte"!
Sr Marino me respondió, qué bola, igual, mira te presento a mi socio y amigo Leonardo Padura, se que lo has visto antes en La Habana, y que lo has leído, ahora está en México porque vino a presentar su último libro en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Si, claro que lo sé.
"La Transparencia del Tiempo", otra entrega de las investigaciones de tu gran amigo, socio y hermano, Mario Conde, sus 60 años! ¡La virgen negra! ¿Cómo se te ocurrió ese digamos festejo e investigación de Mario¿
Leonardo me sonrió, "siéntate Sr Marino, o cómo te dicen¿ Me avientas demasiadas y serias preguntas sin algo que beber". Si quieres que te de "muela"... Lo entendí, hice una seña con mi mano dirigida al barman, éste llamó con una seña al capitán, y éste a nuestro mesero que se apareció sin demora. "Amigos, ¿un mojito de ron mexicano con azúcar mexicana"¿ Me vieron con gesto ceñudo y ojos como de plato. "¿Ron y azúcar mexicana¿" ¡Buena idea! dijeron a coro...
Desde hace algunos años he dado seguimiento al mercado del azúcar y por tanto del ron, porque una dependencia comercial del gobierno de Japón ha mantenido interés en el tema y me han contactado cada año para que les actualice lo acontecido tanto en el mercado azucarero nacional como en sus relaciones comerciales con el mundo, específicamente con Estados Unidos y Centroamérica.
Ron y azúcar es un lenguaje común en Cuba, bueno. Aunque hubo muy poco tiempo entre el mensaje de Héctor y llegada de los cubanos, me preparé preparé para lo mejor que pude para agasajar a Mario y a Leo. Hablé días antes con el dueño del Merotoro para pedirle que incluyera en su carta de rones a tres muy buenos rones mexicanos, de los muchos artesanales que hay y que son desconocidos ante la avasalladora publicidad de las marcas comerciales. Le pasé los contactos y los tuvo a tiempo.
También le pedí que me pusiera en contacto con su coctelero, o mixólogo como se dice ahora, para pedirle que nos "inventara" un mojito (más bien le di la receta) con los rones mexicanos y una azúcar muy espacial, (que le hice llegar) producida por mis amigos del ingenio veracruzano "Motzorongo", un mascabado "grano de oro", tal cual, un grano grande de color ambar, precioso, y los demás ingredientes hielo, yerbabuena y limón, además, el mojiito debería llevar una par de gotas de amargo de angostura mexicano, hecho por una pequeña empresa mexicana con yerbas y cortezas de los Estados de Chiapas y de Oaxaca. Este también se lo hice llegar.
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