La Ciudad de los embudos



Hace algunos años le platiqué a mi amigo Eko, gran ilustrador y dibujante, el mejor que he conocido: ¿Te imaginas una ciudad llena de embudos, arterioesclerótica, cuyos vasos sanguíneos plagados de autos y medios de transporte, como grasa en las venas, todo contaminado y lleno de humo, vayan desembocando y atorándose a cada paso? Presentemos así a la ciudad de México en un gran poster. Se rió. Le gustó al idea y sólo él hubiera podido con su genio aterrizarlo en el papel, haberla llevado a cabo, pero nunca se llevó a feliz término. Y desde entonces no se me ha quitado de la cabeza.



El embudo es algo que por alguna razón los urbanistas de esta ciudad lo aplican como norma. Entradas y salidas del periférico, del circuito interior, del viaducto, de los segundos pisos de López y de Peña. Para ser director de las áeras de desarrollo urbano en las delegaciones y municipios del área metropolitana de la Ciudad de México se requiere un postgrado en embudismo que probablemente ni siquiera nuestras prestigiadas escuelas de ingeniería y de arquitectura lo den como materia obligatoria. ¿Dónde se enseña? ¿Dónde se aprende? ¿Se hereda?



Hay de embudos a embudos. Como no hay suficientes policías de tránsito, en cualquier avenida se puede formar una serie de embudos en cada esquina y semáforo. Y cuando están por ahí, como no están bien capacitados no son capaces de apoyar el desasolve de vehículos. Este tipo de embudos son en su fundamento el resultado de la profunda falta de cultura general y vial de los habitantes de la ciudad de los embudos. No se si sea la única ciudad en el mundo en la que se puede obtener licencia de conducir sin el mínimo de requisitos que sería por lo menos: saber manejar obviamente, conocer el reglamento de tránsito obviamente y tener nociones generales del respeto al derecho ajeno. Tampoco en las escuelas se enseña cultura y respeto.



Los urbanistas expertos en embudismo nos podrían decir que no hay de otra, que la ciudad de México y su área metropolitana ha crecido de manera caótica y que no hay espacio para el desfogue abierto del tránsito, del cause vehicular. No sé, probablemente en algunos sitios así sea, pero el crecimiento caótico ha sido promovido o permitido por los mismos gobernantes, por nuestros representantes populares, por falta de visión, o por sobra de intereses. El caos es provocado, no es algo inherente al crecimiento de una ciudad. La planeación se debe dar como materia obligatoria en clases de urbanismo. Y de política y de economía.

Por ejemplo las decisiones políticas han estado siempre por encima de las decisiones técnicas. Las obras necesarias para la ciudad no se plantean con base a las prioridades sino a la conveniencia de la coyuntura política, o de apoyo a cierto tipo de intereses. Nos encontramos todo el tiempo que el desarrollo de la ciudad ha sido "planeada" para "abrir espacio" a la circulación de automóviles. ¡Y ya no caben!


Cada gobierno del color que sea ha preferido la "política del embudo", todos le entran por aquí y todos se salen por acá. Los cuatro carriles pasan a tres y luego a dos. Los dos carriles pueden perfectamente terminar en uno. Cualquiera puede hacer un embudo estacionándose en un lugar no apto para hacerlo, basta eso, un sólo automovilista sin cultura vial para generar un embudo caótico. Nadie o pocos han pensado en arterias abiertas. Pocos han pensado en el desarrollo del transporte público por sobre el transporte particular, caro, egoísta, dañino al ambiente y a la salud, insostenible.

Cada nueva obra tiene el efecto del embudo, o al inicio o al final, no hay falla. La ingeniería de las vialidades debe pasar por muchas cabezas, pero al final no se determina para el bien social. Ni tiene lógica. El embudismo no se circunscribe al asunto vial, es un asunto que alcanza a la política a la economía, a la sociedad en su conjunto. Ya lo trataremos. La prioridad se ve al revés, por la parte ancha del embudo. El objetivo se ve chiquito, limitado. Si no cómo explicar por ejemplo el proyecto bicicletero de Eberard, que sería una solución posible para el ambudismo de la ciudad, pero primero puso las bicicletas y luego pensará por dónde hacerlas circular sin riesgo para el ciclista. ¿Qué la ciudad no tiene prioridades más urgentes qué resolver?

¿Acaso enseñará cultura vial y respeto por los demás por medio de la magía?, ¿por ósmosis?. ¿Cómo explicar la ley para el respeto al peatón y a los ciclistas? ¿Quién la va a aplicar, cómo la van a respetar los cafres peseros, taxistas, choferes de trolebuses y de metrobús y automovilistas particulares que quieren pasar primero ellos y después los otros? En fin, de todas maneras para rentar una bicicleta se necesita una tarjeta bancaria. Así que ese genial proyecto va dirigido a los pequeños burgueses de la Condesa, y las colonias que dan al Paseo de la Reforma cerca de la Juárez, la Cuauhtémoc y la Roma. Los que verdaderamente lo necesitan no fueron requeridos.

Comentarios

  1. Hace poco leí un ensayo de André Gorz titulado "La ideología social del automovil", y es alentador encontrar algunas cuantas (pocas) respuestas a este paradigma de la ciudad de los autos, como bien dice "de los embudos". Recomiendo ampliamente este trabajo de Gorz, sobre todo cuando estamos en medio de un embotellamiento... jejejeje. Saludos. Dejo un link donde se puede leer y descargar una copia del ensayo.

    http://www.scribd.com/doc/17103342/Gorz-Andre-La-ideologia-social-del-automovil-1973

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