Botas Azules
El sábado 2 de enero me fui a comer avestruz con mis amigos. "Un experimento" me dijeron. Y sí, no es fácil cocinar esa ave. Recomiendo que se marine y después se le den unos golpes para que se afloje porque es un poco dura la carne. Es roja pero tiene poco sabor, muy neutral. Como para mi sigue siendo día de fiesta y hasta el 4 regreso a trabajar, cumpliendo al pie de la letra con el puente guadalupe-reyes, me vestí de gala calzando mis botas azules.
Hace unos días a mediados de diciembre, nos fuimos con la familia un par de días a Las Vegas. Nuestra intención fue ir a ver shows, a comer en buenos lugares, y terminamos de compras. Pero no hay que perderce el Nobu. El primero "Criss Angel", un mago presentado por el Cirque du Solei, y el otro el de los blue Man.
El primero no se los recomiendo, a pesar de que este espectáculo por ser de ese famoso circo que tiene mucha fama, este en especial no es bueno. Es un payaso de la TV. Esta muy sobrevaluado. El segundo sí vale pana. Y andando por ahí en los centros comerciales, mirando aparadores, me llamaron la atención las botas, andaba bobeando y de repente me topé en una de tantas zapaterías, no se cómo llamarlas: ¿distintivas? ¿no aceptables socialmente? ¿fuera de la norma? ¿coloridas?, pero hermosas botas azules. Me volví un poco loco con las Timberland, buscaba sin saber que quería. La verdad que soy un fanático de las botas. Tengo además de estas azules que caprichosamante me aquirí en Las Vegas, por lo menos otras seis en mi guardaropa, unas amarillas como de obrero de la construcción o de la industria automotriz de Saltillo o Detroit, con punta de acero, otras grises marca Caterpillar, otras cafés Siete Leguas, otras negras también Caterpillar y otras más que no recuerdo la marca.
Nadie creería la cantidad de zapatos que guardo, hay varios que no me he puesto en meses. Cada quien tine sus obsesiones. Pero pasando a la comida, Jonathan y Julie son excelentes anfitriones. Ayer me habló por teléfomo mi amigo para decirme que desde "el año pasado no nos veíamos", que nos invitaba a una comida en su casa, le llamó "experimento", cuando ya habiemos recibido con ellos el año nuevo. Pero era sábado y como dije, la fiesta no ha terminado. Les dije a Michéle y a Esteban y estuvieron de acuerdo.
Viven en un departamento, o más bien en un bar con departamento. El centro de su casa es en verdad un bar profesional, en la contrabarra habrá unas 200 botellas de diferentes bebidas, no hay ni una repetida. Arriba están las copas y atrás bajo la contrabarra tres refirigeradores de bar para bebidas que se sirven frías, como la cerveza. Tiene más licores almacenados. Jonathan es un aficionado a los cocteles y al buen vino. La verdad no le estoy dando el suficiente mérito: podría trabajar de bar tender en cualquier restaurante-bar de primera. Tiene en su biblioteca no menos de 15 libros especializados en coctelería más otros tantos acerca de vinos. Llegar a su casa es degustar muy buena comida y muy buena bebida.
De entrada nuestro amigo nos ofreció el coctel de bienvenida, un "Corpse Revieble no. 2", algo que fue inventado a finales de siglo XIX, en 1885. Tiene un ingrediente que no se encuentra en México, el Lillet Blanc. La receta asegura que es un "levanta muertos". Además lleva gin, cointreau, jugo de limón y unas gotas de absenta. Hay que probarlo estando un poco crudo.
Julie es una sudafricana mexicanizada. Achilangada. Es una cocinera de primera, además le gusta. Estudió leyes de su país natal, pero su pasión es combinar sabores, olores y colores. Mientras nos tomábamos nuestras primeras bebidas y Julie adornaba una ensalada verde con avellanas, aguacate y queso mozzarela, Esteban, mi hijo de 19 años nos recetó a Pink Floyd. Además empezó a fotografiar detalles del departamento. A eso de las 4:30 de la tarde me acerqué a la cocina para echarle la mano a Julie con la carne. Mientras tanto Michèle y Jonathan ponían la mesa. Yo ya había tenido que ver con la carne de avestruz. La cociné igual que un buen bife de res, sobre una parrilla muy caliente, sellándola por ambos lados, y buscando un término rosado, ni muy roja ni muy cocida. Si queda cruda sabe muy fuerte, si se coce demasaido queda como suela de zapato.
Es algo delicado el asunto porque como no tenemos la costumbre, no es fácil el sabor. Como dije al principio, es mejor marinarla y aporrearla. Para acompañarla es mejor el vino rojo, escogimos uno del Valle de Napa. Como música jazz africano de fondo, seguimos con Lovers Rock de Sade, oímos a Grace Jones que apareció de mala en una película del 007, la única mujer todo músculo y sin un gramo de grasa que se da el lujo de pelarse a la "brush". Oímos un excelente cantante sudafricano, Morphie, después un "unplugged" de Shakira, escuchamos a Prince, y ya en la hora del digestivo después del postre aterrizamos irremediablemente en Bach, cello suites nos. 4-6.
Desde que llegamos a las 3, Julie estaba organizando una gran bolsa repleta de cd's, quizás más de 70. Esteban escogía los que más le gustaron y los empezó a quemar en la E-book de Julie, más bien subiéndolos al iTunes, de ahí que hayamos estado oyendo todo tipo de música. Después de la buenísima comida tomamos café además de un digestivo excelente, una grappa di Brunello, que te agarra suavemente la lengua. Continuamos con Beethoven, la 6a, 7a, y la 9a, después el cuarto movimiento de la 5a, y terminamos la velada con el Aleluya de Handel.
No podriamos pasar por alto que el ambiente de este singular departamento tiene un delicado toque africano. Julie ha sabido incluir aquí y allá detalles que recuerdan su África natal. Hasta un pequeño jardín pleno de hierbas de olor, flores y colibríes, pudo hacer florecer en ese bar-departamento.
No hablé suficientemente de postre: un impresionante cheesecake de una receta original de la madre de una amiga íntima de Julie, sudafricana también, Sharon, que vive en NY. Para la foto de familia, posamos Michèle, Julie, Jonathan y un servidor, Esteban la tomó, con sombreros zulúes, no se si así se diga, pero son muy singulares. ¿O no? Feliz 2010.
Hace unos días a mediados de diciembre, nos fuimos con la familia un par de días a Las Vegas. Nuestra intención fue ir a ver shows, a comer en buenos lugares, y terminamos de compras. Pero no hay que perderce el Nobu. El primero "Criss Angel", un mago presentado por el Cirque du Solei, y el otro el de los blue Man.
El primero no se los recomiendo, a pesar de que este espectáculo por ser de ese famoso circo que tiene mucha fama, este en especial no es bueno. Es un payaso de la TV. Esta muy sobrevaluado. El segundo sí vale pana. Y andando por ahí en los centros comerciales, mirando aparadores, me llamaron la atención las botas, andaba bobeando y de repente me topé en una de tantas zapaterías, no se cómo llamarlas: ¿distintivas? ¿no aceptables socialmente? ¿fuera de la norma? ¿coloridas?, pero hermosas botas azules. Me volví un poco loco con las Timberland, buscaba sin saber que quería. La verdad que soy un fanático de las botas. Tengo además de estas azules que caprichosamante me aquirí en Las Vegas, por lo menos otras seis en mi guardaropa, unas amarillas como de obrero de la construcción o de la industria automotriz de Saltillo o Detroit, con punta de acero, otras grises marca Caterpillar, otras cafés Siete Leguas, otras negras también Caterpillar y otras más que no recuerdo la marca.
Nadie creería la cantidad de zapatos que guardo, hay varios que no me he puesto en meses. Cada quien tine sus obsesiones. Pero pasando a la comida, Jonathan y Julie son excelentes anfitriones. Ayer me habló por teléfomo mi amigo para decirme que desde "el año pasado no nos veíamos", que nos invitaba a una comida en su casa, le llamó "experimento", cuando ya habiemos recibido con ellos el año nuevo. Pero era sábado y como dije, la fiesta no ha terminado. Les dije a Michéle y a Esteban y estuvieron de acuerdo.
Viven en un departamento, o más bien en un bar con departamento. El centro de su casa es en verdad un bar profesional, en la contrabarra habrá unas 200 botellas de diferentes bebidas, no hay ni una repetida. Arriba están las copas y atrás bajo la contrabarra tres refirigeradores de bar para bebidas que se sirven frías, como la cerveza. Tiene más licores almacenados. Jonathan es un aficionado a los cocteles y al buen vino. La verdad no le estoy dando el suficiente mérito: podría trabajar de bar tender en cualquier restaurante-bar de primera. Tiene en su biblioteca no menos de 15 libros especializados en coctelería más otros tantos acerca de vinos. Llegar a su casa es degustar muy buena comida y muy buena bebida.
De entrada nuestro amigo nos ofreció el coctel de bienvenida, un "Corpse Revieble no. 2", algo que fue inventado a finales de siglo XIX, en 1885. Tiene un ingrediente que no se encuentra en México, el Lillet Blanc. La receta asegura que es un "levanta muertos". Además lleva gin, cointreau, jugo de limón y unas gotas de absenta. Hay que probarlo estando un poco crudo.
Julie es una sudafricana mexicanizada. Achilangada. Es una cocinera de primera, además le gusta. Estudió leyes de su país natal, pero su pasión es combinar sabores, olores y colores. Mientras nos tomábamos nuestras primeras bebidas y Julie adornaba una ensalada verde con avellanas, aguacate y queso mozzarela, Esteban, mi hijo de 19 años nos recetó a Pink Floyd. Además empezó a fotografiar detalles del departamento. A eso de las 4:30 de la tarde me acerqué a la cocina para echarle la mano a Julie con la carne. Mientras tanto Michèle y Jonathan ponían la mesa. Yo ya había tenido que ver con la carne de avestruz. La cociné igual que un buen bife de res, sobre una parrilla muy caliente, sellándola por ambos lados, y buscando un término rosado, ni muy roja ni muy cocida. Si queda cruda sabe muy fuerte, si se coce demasaido queda como suela de zapato.
Es algo delicado el asunto porque como no tenemos la costumbre, no es fácil el sabor. Como dije al principio, es mejor marinarla y aporrearla. Para acompañarla es mejor el vino rojo, escogimos uno del Valle de Napa. Como música jazz africano de fondo, seguimos con Lovers Rock de Sade, oímos a Grace Jones que apareció de mala en una película del 007, la única mujer todo músculo y sin un gramo de grasa que se da el lujo de pelarse a la "brush". Oímos un excelente cantante sudafricano, Morphie, después un "unplugged" de Shakira, escuchamos a Prince, y ya en la hora del digestivo después del postre aterrizamos irremediablemente en Bach, cello suites nos. 4-6.
Desde que llegamos a las 3, Julie estaba organizando una gran bolsa repleta de cd's, quizás más de 70. Esteban escogía los que más le gustaron y los empezó a quemar en la E-book de Julie, más bien subiéndolos al iTunes, de ahí que hayamos estado oyendo todo tipo de música. Después de la buenísima comida tomamos café además de un digestivo excelente, una grappa di Brunello, que te agarra suavemente la lengua. Continuamos con Beethoven, la 6a, 7a, y la 9a, después el cuarto movimiento de la 5a, y terminamos la velada con el Aleluya de Handel.
No podriamos pasar por alto que el ambiente de este singular departamento tiene un delicado toque africano. Julie ha sabido incluir aquí y allá detalles que recuerdan su África natal. Hasta un pequeño jardín pleno de hierbas de olor, flores y colibríes, pudo hacer florecer en ese bar-departamento.
No hablé suficientemente de postre: un impresionante cheesecake de una receta original de la madre de una amiga íntima de Julie, sudafricana también, Sharon, que vive en NY. Para la foto de familia, posamos Michèle, Julie, Jonathan y un servidor, Esteban la tomó, con sombreros zulúes, no se si así se diga, pero son muy singulares. ¿O no? Feliz 2010.
Ya pude dejar un comentario...!!!!
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